El recluso dijo: “Puede ser que alguna vez llegue un pedazo de carne, pero es muy raro. Es más habitual recibir huesos sin carne o grasa suelta, que alimento comible”.
“Al interno no le llega ni el diez por ciento del presupuesto que le corresponde y la escasa comida que consiguen la compran en la cantina con el dinero que le envían sus familiares o el que obtienen por sus trabajos en el interior de la cárcel”.
“La comida que allí obtienen vale el doble o más que lo que cuesta en un comercio o supermercado”.
Delgado explicó: “La investigación preliminar estuvo orientada a constatar la verosimilitud de los hechos”.
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