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lunes, 30 de julio de 2012

Los hechos ocurridos esta semana en Mar del Plata revelan los extremos de corrupción a los que se ha llegado.


Por Jose Luis Jacobo
Director de Noticias y Protagonistas


  Por ello, hay una pregunta pertinente: ¿dónde ancla el poder del SIMAPE? Ancla en su calidad de garante del conjunto de operaciones ilegales como la subfacturación, la elusión de declaración de especies y el manejo de la pesca en gomones que supo tomar un volumen muy importante. Todo ello es manejado por el SIMAPE, tal como quedó expuesto en una charla mantenida en 2007 con Rodolfo “Fito” Chávez, secretario gremial del agrupamiento de Juan Domingo Novero.
En aquella ocasión, Chávez señalaba en la 99.9: “¿Quién dice que se hace pesca ilegal? Se compran un gomón y hacen pesca deportiva. Si no es así, den nombres y apellidos, y que se diga qué pescaron indebidamente. Acá tiene que haber una mesa en la que se sienten todas las partes: Prefectura, los sindicatos, los patrones, la Asociación, todos. Nadie se puede hacer el distraído: todo el mundo sabe lo que pasa”. Este es el pensamiento del hombre que ha amenazado de muerte a cuando menos cuatro personas en estas últimas semanas, que fuera detenido por algunas horas en la UP 44, que llevaba a bordo del auto en el que se desplazaba un revólver calibre 32 y una escopeta calibre 16 sin registro de adquisición ni permiso de portación.
La corrupción en dicho ámbito es un tema grave. El prefecto Walter Guido tiene una relación completamente aceitada con Novero, Trueba y Chávez. No protegió a los marineros que efectivamente se presentaron a trabajar, tampoco a los armadores, pero sí protegió la conducta de los capos del SIMAPE, llevándolos en amigable tour por las dársenas para que vieran que no había embarcados a bordo de los pesqueros. Así y sólo así fue levantado el piquete que habían montado para impedir el ingreso de los trabajadores.
Una explicación de lo que Juan Domingo Novero está haciendo, me la da una fuente que dice: “Es fácil: el diferencial que piden es quedarse con el control de pesca a bordo”. ¿Por qué? “Además de la plata por el cargo, el SIMAPE pide entre $20.000 y $30.000 por afuera para ‘acordar’ el parte”. De eso se trata, de negocios espurios, hoy a costa de la gente de trabajo sometida por un grupo vandálico que sólo busca proteger sus ingresos ‘non sanctos’.
Este momento es oportuno para recordar que hay en esta historia un crimen impune: el de Jorge Humberto Andrade, quien fuera tesorero del SIMAPE y representante del sector obrero ante el consorcio portuario. Pablo Trueba señaló en su momento que esperaba que se hubiera tratado de una tentativa de robo que terminó mal, aunque destacó que “llamaba la atención” que no le hubieran robado el dinero que llevaba. Curiosamente, el sillón de Andrade en el consorcio portuario pasó a ocuparlo “Fito” Chávez, el mismo que hoy amenaza de muerte a cualquiera que se le enfrente y se le acerque al plato de lentejas.

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