El ataque, en el que fallecieron 323 argentinos, fue polémico por suceder por fuera de la zona de guerra.
El 2 de mayo de 1982, en pleno conflicto por las Islas Malvinas, el crucero argentino navegaba por fuera del área de exclusión que el propio gobierno británico había fijado.
Minutos antes de las 16:00, el submarino nuclear HMS Conqueror recibió la orden de hundir al ARA General Belgrano. Mientras los tripulantes del navío realizaban tareas de mantenimiento, a las 16:02, una fuerte explosión sacudió al buque.
Se produjo de inmediato el corte de la energía, paralizando a los tripulantes. Fruto del impacto del primer torpedo MK-8, 274 marinos fallecieron.
El ataque prosiguió, y un segundo disparo fue el encargado de bajar al navío. Un tercer torpedo quedó alojado en el casco y no explotó.
Con linternas que no lograban alumbrar mucho, debido al humo, la tripulación logró llegar a las áreas de escape y, a las 16:23, se dio la orden de abandonar el barco.
El saldo total de muertes fue de 323 argentinos, sin bajas para el lado británico. El asalto constituyó el crimen de guerra más importante de todo el conflicto, y fue repudiado inclusive por varios periodistas e intelectuales británicos.
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