Entrada destacadaLa editorial del Diario La Nación, Spandau y los izquierdos humanos.

La editorial del Diario La Nación, Spandau y los izquierdos humanos.

"La primera víctima en una guerra es la verdad". Anónimo. En estos días, la tilinguería seudoizquierdoza, ha bramado ante la pu...

viernes, 16 de diciembre de 2011

Crónica de una derrota política.

PERÚ
Por ITALO SANCHEZ
Partido Comunista Peruano

Diciembre 14 de 2011 |


Con la renuncia de Salomón Lerner, el frágil equilibrio político instaurado en el país luego del proceso electoral se ha roto. En esta corta disputa por el control gubernamental, la derecha neoliberal ha salido victoriosa, ha logrado su principal objetivo político: retomar el control total del gobierno. La derecha, la que perdió las elecciones, hoy coloca sus hombres en el gabinete para defender sus intereses y desarrollar su programa económico.
Las fuerzas del cambio, las que trabajamos por la construcción de un nuevo bloque nacional popular para desplazar a la derecha neoliberal del gobierno y apostamos por el programa de cambios enarbolado por la candidatura presidencial de Ollanta Humala, hemos sido derrotados.

Por eso que la derecha tiene motivos de sobra para celebrar. Unos más eufóricos que otros, pero en general todo el espectro de la derecha coincide en saludar el nuevo rumbo gubernamental asumido por Ollanta Humala. 

Para Aldo Mariátegui ?el gabinete Lerner cae básicamente por las provocaciones y las torpezas de la izquierda, que a pulso se ha ganado esta aparente patada en el poto (para mi deleite)?. Y sobre esa base llega al paroxismo, al afirmar que con la caída del gabinete Lerner, las izquierdas ?demostraron lo poco que valen a la hora de gobernar y por eso terminaron afuera.? 

Otros, como César Campos, un poquito más cauto señala que ?Humala probablemente busca en la segunda hora de su gobierno: orden interno con protagonismo uniformado y defensa del modelo económico abierto con una más justa redistribución del ingreso nacional.?

Pero en definitiva, lo evidente es que con la salida de Lerner y el nombramiento de Óscar Valdés como nuevo Primer Ministro, la derecha recupera el poder perdido en las últimas elecciones presidenciales.

Desde las izquierdas seguramente no faltarán voces que intentarán explicar este nuevo reacomodo gubernamental diciendo que ?finalmente se le cayó la careta a Ollanta?, o quienes simplemente recurran a decir que estamos frente a un ?acto de traición de Ollanta?. Argumentos demasiados evidentes como para ser tomados en serio.

Para no caer en esa fácil tentación de la profecía auto cumplida, habría que recordar que la política es algo más que el simple intento de reducirla al juego palaciego de una gran conspiración.

La política es fundamentalmente el escurridizo escenario social en donde los diversos actores políticos, que representan diversos intereses económicos, disputan por construir una correlación de fuerzas favorables a un determinado proyecto. Es la famosa lucha de clases, que se desarrolla mucha veces de manera disimulada, y en donde la derecha ?no nos olvidemos- tiene el poder y busca mantenerlo a como dé lugar.

Y es ahí donde las izquierdas perdimos, en la lucha por el poder. No tuvimos grandeza de patria ni capacidad para transformar la victoria electoral en un triunfo político, no supimos definir como empezar a construir orgánicamente esa nueva mayoría política y social para convertirla en la fuerza protagónica del cambio, cuyo primer paso era arrebatar el control total del gobierno a la derecha. 

Las izquierdas no fuimos capaces de acabar con el grado de dispersión política que domina en nuestros predios, no pudimos elaborar una táctica común que nos permita posicionarnos de mejor manera en la disputa política por el control del gobierno, y por si fuera poco, no tuvimos un liderazgo político que nos identifique y represente.

Y hay que reconocer, tampoco tuvimos la fuerza real como para poder desempeñar el rol aglutinador del bloque nacional y popular que llevó a la presidencia a Ollanta Humala. No hubo coherencia en nuestra propuesta y actuamos como ?compartimientos estancos?, cada quién intentando defender su pequeño espacio y priorizando su propio perfil partidario, sin darnos cuenta que era el control del gobierno el que estaba en disputa. 

En resumen, somos una izquierda que carece de una estrategia integral de poder.

Por eso que cuando se produce la pugna en el gabinete Lerner por el tema del proyecto Conga, la decisión de Ollanta Humala, que no cuenta con un partido propiamente dicho y carece de una base social sólida, se basó más en criterios pragmáticos, y al final optó por apoyarse en los sectores de la derecha, por la sencilla razón que son ellos los que tienen el poder. Y Ollanta para poder gobernar necesita de una fuerza política que le garantice mínimamente la gobernabilidad del país y la viabilidad de su gestión.

A diferencia de la derecha, el poder político de la izquierda proviene del nivel de su organización política y social, de su capacidad de ganar la conciencia del pueblo, de su habilidad para ganar aliados, y finalmente, de su predisposición a luchar por llevar a la práctica sus propuestas políticas. Pero todo eso resulta insuficiente si queremos llevar a la práctica nuestras propuestas políticas. Necesitamos tener el poder estatal para materializar nuestras ideas.

Y el espacio político que las fuerzas del cambio no pudimos ocupar ha sido recuperado por la derecha. El dominio de la derecha proviene básicamente de su inmenso poder económico, que logra legitimizarlo en la sociedad por su capacidad de imponer y reproducir sus ideas y su tipo de organización social, ya sea vía el control del aparato estatal, o por el papel cada vez más importante que juegan los poderes fácticos controlados por la derecha, o a través de la violencia. Además que la derecha cuenta con una serie de partidos políticos que le otorgan cierta legitimidad social en su dominio político.

Luego de la renuncia del gabinete Lerner y el nuevo reacomodo de fuerzas, el problema principal de Ollanta es como sobrevivir estos cuatro años y medio de gobierno que tiene por delante. El gesto enviado a las fuerzas armadas en su discurso por el 9 de diciembre es un indicador de la soledad política que vive hoy Ollanta. El gobierno de Ollanta es hoy más débil y su liderazgo está seriamente cuestionado, por lo que se abre en el país un periodo de incertidumbre política con un gobierno que va a tener que luchar día a día para poder sobrevivir y llegar al 2016, una derecha que ha tomado la iniciativa política y una izquierda sin un rumbo político definido.

Y el dilema de las izquierdas es como enterrar sus muertos y tratar de resarcirse de la derrota política que nos afecta a todos, porque como bien apunta Mirko Lauer, ?las protestas no lograron empujar al gobierno hacia la izquierda, sino más bien depurarlo de buena parte de sus figuras de izquierda.?

La primera tarea es dilucidar cómo recomponer las fuerzas para proyectarnos alguna vez como una alternativa real de gobierno y dejar de ser una fuerza política marginal. La segunda es redefinir cual será el objetivo político en el presente periodo. La tercera, como dejar de ser simplemente una fuerza política con un discurso radical economicista para convertirnos en una fuerza política con una visión de país y capaz de disputar el poder a la derecha. Y la cuarta, que capacidad tendremos para promover en el corto plazo un liderazgo de izquierda, en un país en donde el papel del caudillo juega un rol demasiado importante.

Todo un reto a la imaginación y a la capacidad de los sufridos militantes izquierdistas, acostumbrados a las derrotas por las ambiciones pequeñas de sus dirigentes. No olvidemos que una táctica es correcta no solo por la justeza de sus planteamientos, sino porque existe una fuerza política capaz de llevarlo a la práctica. 

Ahora tendremos que aprender nuevamente a navegar río arriba para intentar  lograr engancharnos al tren de la historia. 

Todo esto mientras que la derecha si sabe lo que quiere. Es una derecha que avanza a paso lento pero seguro en su objetivo de retomar el control del país para garantizar la continuidad del modelo neoliberal. Una derecha pragmática que tiene la mirada puesta en el 2016, en donde en el peor de los escenarios tendremos a Keiko y Alan disputando la presidencia del país.

¿Y las izquierdas? ¿Seguiremos soñando que el poder se asalta y nos pondremos a buscar algún palacio de invierno para tomarlo por asalto, o quizás iniciar la gran marcha sin rumbo definido, o tal vez convertir algún páramo en la nueva sierra maestra?  

No hay comentarios:

Publicar un comentario