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lunes, 5 de mayo de 2014

Gregorio Samsa.

CÁRCELES ARGENTINAS



(AW) "Durante veinte largos años vi surgir, crecer organismos de contralor y diversas ONG a la sombra de las violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos cautivos intramuros del archipiélago carcelario argentino. Veinte años después y de miles de informes, denuncias, amparos, documentales, películas, monitoreo, supervisiones y… todo sigue igual salvo, claro, el color de algunas paredes donde la sangre de tantas personas la fueron salpicando por décadas" Así comienza el artículo de Ramón Solari quién lleva más de 20 años preso.-

gregorioSamsa

2 de mayo de 2014.-

Por Ramón Solari

Gregorio Samsa

Durante veinte largos años vi surgir, crecer organismos de contralor y diversas ONG a la sombra de las violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos cautivos intramuros del archipiélago carcelario argentino.
Veinte años después y de miles de informes, denuncias, amparos, documentales, películas, monitoreo, supervisiones y… todo sigue igual salvo, claro, el color de algunas paredes donde la sangre de tantas personas la fueron salpicando por décadas.
Veinte años después y a pesar de todo lo que se dijo y se diga en las cárceles bonaerenses se sigue torturando, vejando y ejecutando personas. Digo personas y no presos, porque en su gran mayoría los ejecutados son procesados, es decir, están presos por las dudas.
Por otra parte y mal que  a algunos les caiga, muchos integrantes de esos organismos de contralor, incluso defensores son cómplices de los abusos de determinados agentes de la administración carcelaria.
Se puede entender que existen pocos defensores para atender a más de sesenta mil detenidos, y que los jueces de ejecución penal pretenden monitorear el tratamiento resocializador sentados en sus cómodos despachos a miles de kilómetros de las unidades carcelarias.
Pero no es lo que corresponde ni lo que debe ser. Por que se ocupan de los lugares más cercanos a las defensorías y juzgados pero olvidan, ignoran a quienes padecemos el sistema a miles de kilómetros y sobre quienes debería concentrarse un monitoreo permanente y más agudo porque son de esas unidades que egresan la mayoría de los condenados después de tantas horas, de tantos días, de tantos años, de golpes, apremios,  tormentos,  abandono, olvido, desvinculación, desocialisacion, de olvidos. De odios y rencores, de amores y visitas virtuales.
A miles de kilómetros de los cómodos despachos de los jueces de ejecución penal el archipiélago carcelario argentino se reduce a dos o tres unidades del otro lado de la general paz y los agentes de la administración carcelaria, comprometidos con su función y la misión social que asumen, tratan de hacer lo humanamente posible con los pocos recursos asignados y con la voluntad y actitud de quienes queremos una nueva oportunidad de vida. De quienes asumimos que los errores cometidos en el pasado deben ser pagados con la pena que establece la ley, pero conforme a lo dispuesto en la constitución y esas mismas leyes a lo que debería sumarse, en los hechos, el concepto de Penas Reparadoras, a través de la cual, el hombre y la mujer sometidos al tratamiento resocializador, demostraría su actitud y predisposición frente a una futura inserción social y por ende cuando un juez firme una libertad, una salida transitoria o cualquier otro beneficio no estaría firmando un cheque en blanco.
Penas como estas son las que ayudan en el tratamiento resocializador, las que dan resultados, las que obligan al hombre a elegir,  a darse cuenta de cómo debe ser su vida en el futuro y que ese futuro debe ser construido con acciones positivas en el presente.
Esta noble misión de los agentes de la administración carcelaria no puede ni debe quedar supeditada al estado de ánimo de un persona, (director de la cárcel en este caso), sino que debe ser controlada permanentemente y acompañada de una política de continuidad. Es decir que no puede ni debe quedar al arbitrio de la voluntad de un director sino que este debe seguir la misma dirección, la misma política conforme a la ley y a  las nuevas políticas en materia de resocialización.
Que los organismos de contralor se ocupen del tratamiento en sí mismo y no del color de las paredes o la vestimenta. Que actúen como lo que son. Organismos de contralor y no como el crítico miope que, de pie frente al cuadro de Goya, se queda extasiado con el sofá y se olvida de la maja desnuda.
Y en cuanto a quienes lanzan gritos de venganza y piden penas más duras, mas gravedad en el cumplimento de esas penas no saben  o no actualizan lo sabido: que los delitos son hijos de causas y condiciones múltiples que se interactúan  y de NO la supuesta benignidad de las leyes. Al respecto sostengo que faltan en el país resientes y conforme a los nuevos métodos, sobre la delincuencia como hecho social, y sobre el delincuente argentino, como investigación sicológica. Trabajo de esta índole serian muy útiles para no emprender a siegas la reforma de leyes punitivas y por ende la aplicación de penas más justas o la inclusión a regímenes reparadores e inclusivos.
No debemos ni podemos considerar el tratamiento resocializador como una herramienta de castigo o manipulación de allí la importancia de que el mismo no quede al arbitrio de una persona pro más cargo o antigüedad que la misma tenga. Sabido es que aun sobreviven en las filas de la administración carcelaria mentes formadas al amparo de los tiros y los palos y que no ven con buenos ojos las políticas resocializadoras que deben aplicarse y si a esto le sumamos la desidia de algunos jueces, la complicidad de determinados organismos de contralor y defensores oficiales entonces seguiremos formando, intramuros del archipiélago carcelario argentino, futuros “Gregorio Samsa” el protagonista Franz Kafka en “La Metamorfosis”
Que nadie se ofenda por lo dicho ya que la experiencia acumulada a lo largo de estos veinte años me autoriza  a decir las cosas como son. Se trata de la experiencia de un hombre que sobrevivió en condiciones casi infrahumana y al que el sistema no pudo institucionalizar.
O sea, como te explico?


Ramón Solari

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