Entrada destacadaLa editorial del Diario La Nación, Spandau y los izquierdos humanos.

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"La primera víctima en una guerra es la verdad". Anónimo. En estos días, la tilinguería seudoizquierdoza, ha bramado ante la pu...

sábado, 18 de enero de 2014

El abrazo de María Magdalena.

Un abrazo de treinta años.

Que verde era mi barrio.

escanear0017.jpgNaci en Avellaneda en 1.952.
El jardin de infantes lo curse en una escuela de barracas,cuando cursar jardin de infantes era novedad.
La primaria la comencé en la escuela Nro 1 de Avellaneda.
Vivía en Alsina 139,en una casa que ya no existe, cuyos fondos daban con la vieja basilica
(tampoco existe y fue reemplazada por un edificio nuevo) y pegada a la que habia sido la vieja escuela nro 1,reemplazada por el edificio actual sobre la Av.Mitre.
En ese edificio funciona hoy la casa de la cultura, la ex escuela Nº1.
Desde el balcon de mi casa en un primer piso,empece a asomarme al mundo.
Desde alli vi la represion a los peronistas,que me impresiono muchisimo.
El tranvia pasaba por la calle empedrada,y solia ir a andar en bicicleta por la plaza Alsina,en donde el guarda plaza nos impedia circular por las veredas interiores.
Para las fiestas patrias habia desfiles en Mitre,y me apasionaba ver como los caballos de los gauchos se iban de costado al pasar.
Al cantar el himno-lo que hacia toda la concurrencia-notaba como mi vieja se emocionaba y lagrimeaba,y mi viejo se ponia adusto y serio.
Alguna vez vino un grupo de acróbatas alemanes que en una moto se desplazaban sobre un cable sobre la plaza,de edificio a edificio.
Me bautizaron ya grande, de unos 14 meses, circunstancia que llamativamente, recuerdo.
Curse bellas artes,siendo un pibe de seis años en el instituto que estaba en la Av.Belgrano.
La escuela Nro.1 tenia hasta cine, con unas butacas que recuerdo forradas en cuero gris.
Alli vi peliculas en blanco y negro,una de las cuales tenia escenas de la guerra del Paraguay que me impactaron muy fuerte.
En la biblioteca habia un maniqui tamaño natural de un granadero que me dejaba boquiabierto.
1.957.
Un dia sono el telefono y despues de atender mi padre mostro preocupacion.
El departamento era de dos mujeres solteras (hermanas) que habian decidido venderlo,y se lo pedian a mi padre.
Mi padre alquilaba con los criterios de la epoca; de palabra,sin contrato, y de palabra acordaron un plazo de dos años.
Comenzo entonces una aventura que recuerdo intensamente.
Ibamos con mi padre de la mano en las “bañaderas”(micros abiertos sin techo) a los remates de terrenos que se llevaban a cabo en lugares del conurbano y que se realizaban en gigantescas carpas de circo en las que se enrollaban las paredes.
Mi padre era muy formal, y salia a cualquier lugar de traje,en una época en que la gente iba a la cancha de traje.
Lo veia muy preocupado observando los pastos y la tierra, desaprobando siempre.
Por ultimo,se termino comprando un terreno en Quilmes, de persona a persona.
La aventura habia terminado.
Ahora empezaba otra.
Para construir la casa en un terreno baldio,mi padre que era obrero y trabajaba en la empresa STAUFER,luego LA QUIDA,acordo que trabajaria mas tiempo de lunes a viernes, para poder tener libre el sabado y domingo.
Asi que el viernes al mediodia,mi vieja amasaba los fideos que colgaba de un palo de escoba para que se sequen,y el fin de semana todo el mundo “al campo”,como decia mi viejo.
Nos transportabamos en el colectivo de la empresa El Halcon,que en aquella epoca no era 148,sino 1 ,en el ramal “C” roja o azul.
El exodo llegaba al terreno a dos cuadras de la ruta (hoy avenida) por calles de tierra, con un porcentaje de construcción de un 20% de los predios.
Mi vieja cocinaba los fideos en un calentador a querosene.
Se trabajaba mientras habia luz, a destajo.
Nunca vi una hormigonera.
Cada pastón se hizo a mano.
Cada viga se hizo a mano.
Cada columna se hizo a mano.
Cada metro cuadrado de contrapisos se hizo a mano.
Cada pared se hizo a mano.
Tampoco vi agujereadoras, sino taladros de mano.
Las cañerias no eran de plastico,sino de plomo para el agua y de hierro para la electricidad.
La losa se hizo a mano,incluido el subido del material.
Todo el armado de hierro previo tambien.
Mi vieja, mi hermano, mis dos hermanas y un aspirante a cuñado que ya era parte del mobiliario, colaboraron como peones.
Esa gente canto un himno a la vida con sus cuerpos.
Estoy orgulloso de ellos.
Ellos repetirían esa historia, para si, luego por sus propias familias.
Dormir en catres,y madrugar para aprovechar la luz.
Volver molidos y quemados por el sol, el domingo a la noche, en colectivo en un trayecto de 1,15 hs. que hoy se hace en 40 minutos,por calles empedradas.
Y el lunes,otra vez a empezar, cada cual en su laburo, o en la escuela, y aparte haciendolo bien.
Alli conoci los cardos, los perros, los horneros, las culebras, los sapos, las hormigas negras, los abrojos, los peces en los zanjones.
Y conoci decenas de amigos.
Dos años haciendo ese sacrificio brutal, sin embrutecernos, sin perder la ternura, con una confianza y una certeza en el resultado que hoy me dejan atónito.
Mi padre hizo eso a los 56 años.
Mi familia hizo eso cada cual en su momento.
Benditos sean.
El dia de la mudanza fue un huracan de fiesta, apuro, preocupación , angustia.
Pero nos mudamos.
Vi desde mi metro de altura, que no habia sido óbice para que alcanzara ladrillos, como por arriba de mi cabeza pasaba un juego de llaves a la dueña de la casa.
La mujer había desistido de su decición, y le había dicho a mi viejo que se podía quedar.
Pero mi viejo no dejaba por la mitad lo que empezaba.
Mi viejo era un tipo glorioso.
En quilmes,en 1.960,apenas mudados,tuve que seguir con la escuela, y desembarque en la del barrio,que era la Nro.66.
Esa es la que podes ver en la foto.
Esos son mis compañeros detercer grado (hoy cuarto).
Veo a los hermanos Moreno, los hermanos Almada, Maioti, Ruiz, Fernandez, Crotolari, Diaz, Ayala, Wasillewy, Orellana, Pereyra…
De algunos no se lo que paso,pero de otros se que se convirtieron en boxeadores, sindicalistas, médicos, albañiles, abogados, colectiveros.
Como podes ver detras del curso,hay una construccion de madera prefabricada.
Una pared de canto, y un porton improvisado con maderas y alambre.
Cuando llegue,de la Nro1 con cine y museo,me encontre con aulas cuyas paredes no llegaban al techo.
La escuela estaba siendo construida por los padres.
Las maestras, dignisimas, heroicas, calladas, sonrientes ,felices, luminosas,hacian tres cuadras de barro,y se cambiaban los zapatos antes de entrar,que traian en una bolsa.
Teniamos dos baños,(solo dos boxes)uno para cada sexo,que en realidad eran letrinas.
Nunca estaba sucio.
El olor a acaroina, aun hoy lo recuerdo.
Eramos infinitamente felices.
Lo extraño era que entendiamos que ese estado de gracia era lo logico.
Alli dirigi el primer periodico, cuyo ejemplar Nro 1 conservo.
Cuando termine la primaria el ultimo dia no fui.
No quise pasar por eso.
Quizas por eso siempre vuelvo.
O por ahi nunca me fui.
Me hicieron llegar el regalo de despedida, un libro usado, con el que hasta el último gesto, mi escuela me instaba a la cultura y la humildad.
Luego el tiempo, subrepticiamente,se fue escurriendo en silencio,entre el asfaltado de calles,la edificación masiva,y los nuevos habitantes pretenciosos.
Un dia se construyo una escuela nueva sin pedirme permiso.
Año 2.007.
Paso por el lugar en donde estuvo la escuela, y en donde hoy hay un gran edificio.
Desde una de las ventanas del primer piso,un pichón de energúmeno, se asoma y grita…
“hey puto del orto,pasa cabida”.
El mensaje es para otro pichon de energumeno que esta en medio de la calle.
Ambos tienen unos diez años.
La maestra inicia una sesion de judo con el vociferante para separarlo de la ventana.
El pichón de energúmeno, se resiste y sigue gritando.
Yo sigo caminando mirando el piso de hormigón, por donde una legión de niños,alguna vez corrieron en una calle de tierra para llegar a la escuela a tiempo.
El energúmeno,con bancos nuevos, con pisos de cerámica, con baños azulejados, con libros gratis, con guardapolvo gratis, con una vida gratis, con maestras estúpidas, con padres cretinos ,con gobernantes hijos de puta, se tira sobre el banco y aprovecha en un solo movimiento, y le arroja una goma de borrar gratis a la nuca de una maestra estúpida que volvio al pizarrón.
Doy vuelta en la esquina,mientras un rumor de Himno Nacional, palas que dan vuelta la mezcla, risas lejanas, Aurora,una campana de bronce que suena,un martillo que golpea se mezcla con la voz que quedo repiqueteando…hey,puto del orto pasa cabida….y el chico que nunca se fue, junto sus cosas y se alejo definitivamente después de esperar mas de cuarenta años.
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Son las 4,28 del 29 de Octubre del 2013.
Hay un abrazo que no me deja dormir.
Ayer, María Magdalena caminó toda la sala para venir a abrazarme.
Hacía 30 años que esperaba ese abrazo.
Ese abrazo estaba esperando que yo cuente.
Ayer se encontraron el abrazo y mi relato.

“¿Que hacemos con los ex combatientes? preguntó el funcionario.
“Inventen un destino operacional pronto o matenlos a todos”
“Esos tipos son inmanejables”, dijo el general.

La memoria actúa en presente.
Cuando recordamos algo, revivimos los olores, las sensaciones, sonidos…
¿Alguna vez tuviste miedo?
Seguro que si.
Pero: ¿Alguna vez tuviste miedo al miedo?
El miedo es como el silencio, lo invade y tiñe todo.
El miedo al miedo es interesante, e implica una lucha interior profunda.
Amerita una explicación.
Hace muchos años, cuando era mas joven, mas delgado, mas temerario, mas tonto, hice el curso de paracaidista militar.
El curso era muy duro, y nunca fuí un gran atleta.Solo constante y cabeza dura.
Lo peor del asunto fué la noche anterior.
Te vas a la cama cansadísimo, pero sabiendo que al día siguiente es el día.
Uno tiene miedo de fallar.Es humano y posible.
A los que colapsan en la escotilla los llaman “gatos”, porque dejan las uñas marcadas en la puerta.
Uno le tiene miedo al miedo.
Uno no quiere defraudar ni defraudarse.
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Esa mañana iba muy alterado y emocionado a cumplir con un trámite burocrático por el que había movido cielo y tierra.
El burócrata de carrera asegurada y calefaccionada extendió la orden de servicio en un sobre y me espetó: “Espero que vuelva con honor o que no vuelva”, dijo y me indicó que me presentara al jefe de la subunidad en formación.
El hombre de oficina calefacccionada me daba recomendaciones….
La verdad es que salí flotando en una nube: Iba a cruzar!
Me fuí a Constitución a tomar el subte y al bajar las escaleras me encontré en una columna inmensa una imagen de la Santísima.
Yo venia mascullando mi miedo al miedo y me preguntaba si podría estar a la altura de las circunstancias que se pudieran dar.
Miré la imagen pidiendo ayuda y haciendo una promesa.
¿Como se hace una promesa?
Nadie me enseñó.
Es mas, no es parte de liturgia alguna sino expresión de devoción popular.
Pero es una expresión sagrada e importante para quien la formula.
Tardaría 26 vergonzosos años para cumplir.
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Muñoz era un buen tipo y muy voluntarioso, pero con el paso de los días se iba confiando cada vez  mas y había que estarle encima.Eso agotaba y generaba tensión.No podía delegar en el.
La cosa era barrer con el radar pocos segundos, levantar y desplazarse, para hacer un nuevo barrido corto.No se puede mantener encendido porque lo localizan y hasta los traslados deben hacerse sin seguir ´patrones.
Ya habíamos barrido en ese lugar y teníamos que trasladar, pero entusiasmado porque se dió cuenta que la aproximación era creciente quiso chequear como un niño que mira una película emocionante.
Alcancé a tomarlo del brazo mientras sentí el zumbido agudo que precedió a la explosión.
La oscuridad absoluta me invadió, y pensé que estaba muerto.No oía nada salvo un pitido continuo.
No conocería a mi hijo en camino y el no me conocería a mi, me asaltó la idea.
De repente, en el bajo vientre apareció el dolor, y la conclusión lógica es que estaba vivo.Pero sordo y ciego.
Instintivamente mis ojos fueron hacia el dolor y descubrí una faja de luz hacia el mentón.
Me dolía y veía.
Estaba mejor.
El olor a sangre y humo se  sumaron como información de vida hasta que agitando mi brazo derecho, ya que el izquierdo ni lo sentía me saqué de un manotazo el casco que tenia sobre la cara como una cacerola.
Absolutamente atontado veía como corrían y saltaban y lo único que tenía en mente en medio de mi confusión era que ahora llegarían a la posición y me rematarían.
Trataba de llegar hasta mi arma pero ese metro era una distancia inalcanzable para mi.
El dolor lo invadía todo y se iba apoderando de mi cuerpo.
Entré en un estado de dolor absoluto y ya no podía cerrar los ojos ni la boca.La llovizna impactaban en los globos oculares y generaba estrellitas.
De repente, el dolor que ya era parte de mi vida y que a esta altura hasta ya me estaba desmayando comenzó a desaparecer y me sumergí en una nube de placer.
El hombre con una cruz en el casco, se inclino sobre mi y me hablaba mientras su mano dibujaba en mi frente.
Me está dando la extrema unción pensé sin escuchar.
Pero algo andaba mal.
Tenía una cruz roja sanitaria en el casco, y el capellán que yo conocía usaba una boina y no casco.
El hombre me había inyectado morfina y me escribía en la frente con un crayón para que los que me recibieran no me volvieran a dar y me pasaran para el otro lado.
Me iban a evacuar.
Quería mirar para el lado de mi posición pero tenía el cuello duro.
Mejor.
Cuando me acomodaron en la camilla alcancé a ver mi brazo izquierdo ensangrentado y sangre y barro en las piernas.
Lo que no sabía era que parte de esa sangre no era mía.
Me llevarón a los tropezones en medio del barrro, cayendo y levantandosé.
Cada alerta ibamos al piso y en una oportunidad me  caí porque no podía colaborar.Estaba flojo y relajado y no tenía  tonicidad.
Perdía el conocimiento de a ratos.
Lo raro es que interiormente la situación, ya sin dolor me parecía cómica.
Me llevaron hasta un vehiculo y empezó un viaje de tumbos interrumpido por alertas continuas.
Pasamos cerca de la localidad y en las afueras alcancé a ver en el sopor una sección  de correntinos que agitaban sus bayonetas en el aire.
Después de no se que tiempo, estaba empezando a recuperar el oído y lo primero que escuché fué un sapucai calentando el aire gélido.
No se cuantas veces se interrumpió el viaje, pero se sumaron mas pasajeros uno de los cuales no llegó.
El aeródromo al que insisten en llamar aeropuerto, era la tierra prometida.
Una chancha nos esperaba con los motores encendidos.
Nos entraron por la rampa de cola y nos aseguraron.
Yo insistía preguntando por Muñoz y la posición, y me ignoraban olimpicamente.
Un alerta rojo interrumpió la operación y quedamos en manos de nuestra suerte, dentro de un blanco ideal, mientras se escuchaban explosiones lejanas.
Vuelta a empezar, los sanitarios se acomodaron para partir, pero el decolaje se abortó una vez mas por otro alerta.
Allí descubrí que tenía puesta una vía.
Por fin sentimos la aceleración de los motores y la chancha empezó a moverse.
El viaje fué mas largo de lo normal por el gran ángulo que volamos esquivando la Isla Borbón y los rapier allí instalados.
Rio Gallegos, quirófano, Twin Otter, Don Torcuato, HMCM, y quirófano otra vez.
Las enfermeras eran monjas y la idea de estar desnudo ante ellas no era divertido, pero ya estaba resignado a cualquier cosa.
En el hospital conocí a un cabo principal de FAA y trabamos amistad.
El había sufrido fractura expuesta de su brazo y heridas menores.
Al segundo día de post, ya trataba de caminar, aunque estaba hecho pelota.
Mi vieja me encontró en el pasillo, rumbo al baño.
Ella me fué muy útil, porque me comunicó con el mundo.
Había dos detalles que me tenían preocupado y que no parecía importarle a los demás.No había televisión ni radio y las
publicaciones gráficas que circulaban eran viejas y llenas de disparates.
Sospechaba que un poco nos aislaban porque temían algún rechifle post traumático.
Las abanderadas de la distracción eran las monjas.Eran unas paraguayas bellísimas y astutas que nos cambiaban de tema
y nos engullían comida apenas preguntábamos.
Mi amigo estaba mas loco que yo y tenía un plan que apenas me comentó en el baño, adopté sin dudar.
Teniamos que hablar a escondidas, porque hasta presenciaban el contacto con nuestras visitas, que al principio atribuí a CI pero que después sabría que los familiares pasaban por una recomendación específica de que no nos informaran.
El primer día que nos dejaron bajar al patio había un solcito hermoso y exploramos los lugares de nuestro interés por separado para no levantar sospechas.
Detectamos que de día, la parte de atrás del hospital no tenía guardia y que solo se establecían puestos a la noche.
La idea era salir, hacer contacto con un amigo que nos ayudaría y al que le había mandando una nota con un pedido e instrucciones claras.De allí a Don Torcuato, y delirábamos con llevarnos un Comanche y volver al frente.
Lo primero que debe hacer un soldado herido, es escaparse del hospital y volver al frente, y bancarse el arresto.
Elegimos la mañana del lunes que era el momento mas alterado y que nos daría un pequeño margen de tiempo.
Iniciamos nuestra aventura con el corazón en la boca y a poco andar un simple alambrado de púas de dos hilos fue muy
difícil para mi amigo e imposible para mi.
Paciencia y superé con gran esfuerzo lo que normalmente hubiese pasado de un salto
Un zanja con una piedra inestable en el medio fué otro obstáculo, pero lo pasamos.
Llegamos a la zona urbanizada y caminamos hasta llegar agotados a la estación Tte Gral Richieri del FGSM.
Yo me senté agotado en un banco, cansadísimo y mareado.Mi compinche se alejó rumbo a un kiosco a comprar cigarrrillos y se detuvo en el puesto de diarios.
Desde allí me hacía señas, y tuve que hacer un esfuerzo de voluntad para pararme e ir hacia el, pálido, demudado y con los ojos enrojecidos.
Allí estaba nuestra realidad cruda y escondida durante tantos días.
“Hijos de puta” es lo único que  musitó antes de alejarse por el andén.
Me vuelvo a Córdoba camarada!
“Se pueden ira a la mierda esta manga de culeados”.
Yo tenía tal indignación que el corazón se me salía del pecho.
Subimos al tren y allí nos separamos definitivamente.
Yo soñaba con buscarlo a Menendez y volarle la cabeza.
Mi cerebro iba y venia en una tormenta de imágenes.
En el tren, había trabajadores y estudiantes rumbo a lo suyo.Una chica se arreglaba el maquillaje con un espejito.
Odié con ferocidad a esa chica.
Tenía ganas de pegarles a todos tan metidos en su mundo de mentira.Aunque el mundo de ellos era real y yo estaba en la mentira.
Me acomodé en el pasillo apoyado contra la puerta y miraba pasar las casas afuera.
En Retiro me salí por el playón de cargas tratado de eludir la probable presencia de la PM.Ahora era una especie nueva de fugitivo.
Me encontré con mi amigo en La Boca y después de comer y charlar contandonós las novedades me entregó mi pedido, una 11,25 con la que había divagado en secuestrar un avión.
Todo se había dado vuelta en un par de horas.
Las Novalgina iban una detrás de otra tratando de atemperar los dolores que se habían despertado con tanto ajetreo.
Me llevó hasta la casa de mis viejos pero le pedí que me dejara en Calchaquí, si me estaban esperando los PM no quería comprometerlo.
Mi madre casi se desmaya, ya era de noche, y se asustó porque esperaba un mes mas de internación.
Me seguía por la casa mientras yo recogía algunas cosas con una letanía sobre que estaba flaco y pálido y no se daba
cuenta que yo no era yo, que era otro.
Me fuí por la puerta del frente rogando que no estuvieran esperándome.
Había empezado a lloviznar y soplaba sudestada bastante intensa.
El silencio de la noche era absoluto y por suerte no me crucé con nadie.Caminaba como un zombie, duro por el medio
del asfalto rumbo a mi casa hasta que un ruido me sacó de mi sopor.
En un techo, atada a un tanque de agua, una bandera de plástico bramaba furiosa con el viento.
Se me ocurrió que el dueño de casa tampoco había leído diarios últimamente y hasta me resultó risueña la idea.
Al llegar a mi casa, paranoico, aterido de frio, me encontré con la sumatoria de todas las soledades.
Había tierra en el porch y diarios viejos y revistas, y ….no había suministro eléctrico.Habían cortado el servicio por falta
de pago.Un sarcasmo, casi.
Me acosté sin sacarme ni los zapatos, y me tapé con todo lo que tenía.
Me invadió un sueño justo e imperioso.
Me despertaron mi madre y mi hermana, que llegaron como una tromba de salamines, tartas y recomendaciones.
Me retaron porque no atendía el teléfono que todavía funcionaba.
Se agendaron de facturas y partieron a tramitar el restablecimiento de servicio.Yo decidí que dormiría después de
levantarme, bañarme, atosigarme de comida, curarme.
Pero ese atardecer, cayó sobre mi la tristeza.
Ponía la pistola en mi sien y amartillaba, una y otra vez.Una y otra vez.Una y otra vez.
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El río Litani es un tajo de vida en una tierra feroz.
Cerca de una curva y el desemboque de un afluente, nuestro puesto esperaba paciente.Sin movernos, nos instalábamos
de noche y de día ni nos movíamos.
Aprendimos hasta a orinar acostados.
Los aviones pasaron al atardecer y regaron con belougas la costa del río en nuestra zona.
Los Fedaya cruzan de noche y suelen armar sus morteros y lanzar andanadas para luego recruzar y desaparecer.Los
esperamos, pacientes.
Tuvimos una noche tranquila y mi observador, un druso, me despierta y señala la costa.
Unos chicos jugando a la pelota se metieron en la zona.
Esos pibes cuando nacieron, lo hicieron en una tierra en guerra, y siguen en ella como un estado natural.
¿Hasta donde habrán regado los aviones?
La explosión nos dió la respuesta.
Un pibe se agarraba la rodilla debajo de la cual solo había hilachas de tejidos y hueso y a través de la óptica lo observaba
en su estertor.
Son chiies me dijo el observador; “apagalo”.
¿En que parte uno se cansa?
Eso fué demasiado.
Ya había visto demasiado, por nada.
Las Milicias Cristianas podían seguir sin mi.
Decidí que ya no mas.
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Mi tierra que ya no era mi tierra, se había transformado en muy poco tiempo.
Entré por Brasil y me encontré con una sociedad mas que enferma que había priorizado sacarse de encima al partido
militar a como de lugar .
Comencé a militar en política, pero descubrí rápidamente que teníamos el virus de la corrupción y el sueño democrático
se desvaneció.
Armé mi familia y vivía en CABA.
En la casa de al lado vivía un solterón que era artista plástico.
Un día hubo una explosión muy fuerte con incendio posterior, quizás por solventes y el hombre murió.
Con el murió otro sueño mio.
A los pocos meses hubo un intento de ocupación de esa casa que lo repelí yo mismo, y le avisamos a los deudos para que
se ocuparan.
Fué inútil.
Poco después la casa fué ocupada y “vendida” a una familia de marginales.
Tenía una casa con aire acondicionado, teléfono y mi esposa trabajaba cruzando la calle.Hasta la llegada de los
marginales, nuestra vida era casi ideal.
Pero la basura social tenía algo para nosotros.
Por empezar vivían de noche y dormían de día.
Ellos parieron en mi un odio visceral por los marginales.
Ya no pudimos dormir, ni pensar, ni hablar, ni nada.
Sencillamente nos invadieron, y era solo el comienzo.
Se engancharona a la luz y nos dejaron sin una fase, cosa que constató SEGBA y a cuyo respecto…no hizo nada.
Los giles que pagábamos no teníamos derecho a nada y los delincuentes disfrutaban de impunidad absoluta.
También se engancharon al gas y la casa se convirtió en un aguantadero.
Esta historia, la de los marginales, amerita un libro, y no exagero.
Pero lo cierto es que mientras se desarrollaba esto, también se incubaba la crisis del 89.
En Florencio Varela, había unos terrenos que pasaron de manos de familiares y estaban virtualmente abandonados.
Decidimos tratar de buscar una vida mejor en un lugar alejado, pero virgen de la contaminación social de malvivientes.
Esta posibilidad nos alejaba de ciertas comodidades y del infierno.
En Florencio Varela todo estaba por hacerse y en consecuencia podía-empezando desde cero-hacerse bien.
En dos años y en medio de una crisis arrasadora, con la primera ola de saqueos de nuestra historia, estábamos
construyendo una nueva casa.
Ocurrió sin embargo, que depués de habernos ausentado un par de días, descubrimos que estábamos en la calle.
Los mismos malvivientes trajeron cómplices y usurparon nuestra casa.
Así como se lee.
Me quedé con mis hijos en la calle, con lo puesto.
Ante una situación de hecho, y después de haber radicado decenas de denuncias sin éxito alguno, decidí terminar con el tema.
La cosa se haría en 24 hs. y sería definitivo.
Retomar mi casa, demolerla y vender el terreno.
La primera parte era la mas fácil.
La tomé desde arriba hacia abajo y a viva fuerza.
Encontré una pareja dentro, que no pudieron firmar la denuncia por las fracturas.
El juez, me sacó, los puso a ellos y me metí en el traste la escritura y demás documentación.
Ellos solo presentaron un recibo firmado por un ignoto.
El Juez Luis Cevasco me dejó en la calle e instaló delincuentes en mi casa.
Cuando recuperamos la casa, encontramos montañas de cosas robadas.
La mujer, ejercía la prostitución y embaucaba extranjeros.Encontramos dinero extranjero y docenas de agendas de
todos los piases, canadienses, japoneses, etc.
Ellos eran uruguayos.
Por aquellos días, el auto del juez Cevasco fué ametrallado.
Juro que no tuve nada que ver.
De manera tal que en medio de una crisis económica bestial, con una hiperinflación escandalosa, quedé en medio de la
calle, sin una heladera siquiera.
El delincuente Cevasco, me mandó a vivir a la edad de piedra.
La historia de esa casa  siguió, pero mientras tanto se gestaba otra historia.
Un día, Lorena fué a comprar.
Nunca volvió.
Empezamos a preocuparnos cuando no volvía y salimos a buscarla.
Enseguida supimos que la habían atropellado.
Corrí a donde me dijeron que la llevaron, el hospital Bocuzzi.
Allí, me explicaron que estaba muy mal y la derivaron al Hospital San Martin.
Ese pasillo en ese hospital Bocuzzi, fué hasta ese momento el lugar mas angustiante de mi vida.Y eso a pesar de todo lo
que me había pasado.No había visto nada todavía.
Me informaron que estaba muy mal y que la habían derivado a La Plata.
En una hora, había desaparecido una hija, no la encontraba y me decían que ya no estaba.Otros se habían apropiado de
ella y disponían de su suerte.La sumatoria de todas las impotencias.
En La Plata en medio del caos pude interceptar a una médica en una escalera.Le reclamé precisiones, y supongo que me vio racional mas allá de mi angustia.Me miro a los ojos y me dijo….”Nunca vi a ninguna persona en esas condiciones que haya sobrevivido”….Y le agradecí.
Ahora tenía que ver que hacer.
Nos permitieron verla en Terapia, con el respirador que hacía un ruido odioso.
En mi casa, todo era un delirio.
Parientes con los que nunca nos relacionabamos, habían aparecido en masa y nos invadían.
Repitiendo una tradición vital, había un corte de energía y estábamos a oscuras.
El despelote era de tal magnitud que me fuí a dormir a la camioneta.
Recuerdo haber elaborado ideas mientras miraba las luces de la radio.
Al día siguiente, muy temprano regresamos al hospital en una mañana gélida.
En un par de horas, llegó el médico joven con la noticia.
Lo abrazamos sin pensar, que lo implicábamos en algo con lo que el no tenía nada que ver afectivamente, pero no
actuábamos racionalmente.
Manejar llorando no es fácil, pero se aprende.
Con ese médico pasó algo extraordinario.
Dos años después llegó una notificación policial en la que el juez me reclamaba….que yo probara que la nena había muerto…
Leiste bien.
Cuando fuí a la comisaría, y me notificaban del disparate, escucho a mis espaldas a otras personas que hacían otro
trámite.Me di vuelta distraido y……ahí estaba el médico que me había dado la noticia!!!
Este hecho increíble era una casualidad.
O no.
El trabajaba en un geriátrico y habían tenido un choque con una ambulancia en el Cruce Varela.
Pero de nada me sirvió y tuve que hacer un trámite que te voy a ahorrar.
Lo cierto es que en el interín algo pasaba en la zona.
Comenzó a darse una seguidilla de siniestros de tránsito, con gente atropellada y aún muerta.
Nadie hacía nada.
En aquellos años no existía la autopista y el 100% del turismo pasaba por ahí.Los fines de semana se desataba un desquicio.
Comenzamos por hacer exposiciones en la policía caminera, y a intervenir en los accidentes.
El desmadre era creciente y la ausencia del estado absoluta.
Después de dejar constancia de sucesivos casos con exposiciones, pasamos a la acción directa.
Aproveché lo que había aprendido de los mineros bolivianos, e inauguramos un método de lucha que luego se
masificaría.Esto ocurría en 1991.
A las 1800 hs. de un domingo, horario pico de retorno miniturístico, establecimos un retén en el Km 28 y reclamamos la
presencia de las autoridades.
El cerrojo fué firme y no permitimos que fuera vulnerado.
Los puteros políticos comenzaron a operar sobre la gente para desmovilizar, pero no tuvieron éxito.
Después de seis horas de retén, se presentó el intendente Carpinetti, quien además de recibir una ola de reclamos e
insultos de la gente se comprometió a ponerse ,”a la cabeza del reclamo”.
Todos los medios nacionales cubrieron el hecho.
Se levantó el retén, y al día siguiente salimos en una comitiva de vecinos con el a la cabeza rumbo a Vialidad, en La plata.
Allí nos tomaron el pelo.
Ante la carnicería, el reclamo era un puente peatonal.
Al salir, Carpinetti nos dijo que la cosa estaba difícil porque el puente costaba….300.000 dólares!!!
Un disparate.
Entre la gente había posiciones encontradas.
No faltaba el distraido que se confundía con los despachos oficiales y las alfombras y se creía que eso era la realidad.
La realidad era que seguían matando estúpidamente a la gente.
Algunos planteaban una virtual desmovilización, y mientras tanto puse manos a la obra.
Lo primero  que hice fué censar los puntos conflctivos con problemas similares, y luego comencé a gestar la
organización.
A la siguiente semana, se produjeron tres retenes en dos rutas con el agregado de que el sistema de señales de los
ferrocarriles dejaron de funcionar y se suspendieron los servicios.
Las comunicaciones entre La Plata y Buenos Aires se suspendieron y Clarín tituló en primera plana—”Quince kilómetros
de cola”….
A media noche el juez, un conocido delincuente, Orfeo Maggio, llegó en un helicóptero y me dijo que levantara el
corte.Le pregunté si se hacía cargo de la seguridad y respondió que si.
Levanté los retenes.
Cuatro días después me citaron del muncipio.
Fuimos, y nos hicieron esperar en una antesala.
Veiamos pasar jetones politiqueriles y se observaban lo flashes y aplausos en la sala.
Por último, nos hicieron pasar y nos encontramos con el anuncio de que se habían comprado 20 puentes peatonales,
uno de los cuales se instalaría en donde reclamábamos.
Allí Carpinetti había expresado que yo era un hombre que trabajaba para el, cosa que desmentí públicamente.
Los chupamedios locales se arrojaron sobre el comentario oliendo una cometa silenciadora.
Comenzaron las tareas, mientras una consigna policial juntaba pelusa en el semáforo.
Una mañana increpé al policía que estaba de seudoconsigna
Los vehiculos violaban la luz roja bajo su narices y el no hacía nada.La paradoja es que a esa altura ese tipo perdería a un
sobrino precisamente por esa transgresión.
Pero lo cierto es que mientras tanto otro delincuente, el comisario Calabró me citó a la Departamental para apretarme.
En el interín se comenzaron las obras que se comprometieron para el 1 de Octubre.
La banda de delincuentes que regenteaba Duhalde estaba en plena campaña y la caravana de corruptos pasaba por el
lugar.El dispositivo de seguridad era escandaloso.
La gente empezó a impacientare por el incumplimiento y planteaba protestar nuevamente.
Pero yo percibía que eso era lo que querían y esperaban.Tenían preparada la represión feroz y escarmentadora.
Recordé un viejo axioma…”Si combates mucho tiempo con el mismo enemigo, este terminará `por adaptarse a tus
tácticas y preveerá tus movimientos”….
Había que ser imprevisible.
Cambié el método, y planté una carpa con una huelga de hambre reclamando el cumplimiento de lo prometido.
Esto desquició al poder, que trató de amedrentarme con la policía que me reclamaba que no me instalara.
Como la táctica era la no confrontación, comencé a caminar las cuatro esquinas por la sena peatonal con un cartel de
reclamo.Mientras tanto, mis amigos buscaban un nuevo lugar para instalarnos.
Fué así que conseguimos permiso de un vecino para instalarnos en un terreno.El esfuerzo y el ayuno comenzaban a
hacer efecto en mi cuerpo.
La policía parecía un avispero alrededor nuestro.
Al tercer día, la presión adoptó un nuevo método, ademas de las visitas constantes y el reclamo de abandonar nuestra
lucha.Unos parapoliciales llegaron en un auto, y colocaron en el techo una remington con la que empezaron a labrar
actuaciones por….usurpación!!!
La pùtrida entraña comenzaba a aflorar, mientras a dos metros se violaba la Ley bajo sus ojos sin que actuaran.
La cuarta noche fué diferente.
Yo intuía algo.
La consigna policial desapareció y también el acoso de los funcionarios.
Recuerdo que alredeor de la una de la madrugada me desperté con la lona de la carpa frente a mis ojos y tuve un mal
presentimiento.
Una sensación rara y ominosa.
En realidad, actué mal, porque debería haber organizado guardias.La cosa se había puesto brava y yo no me di cuenta.
Los tipos aparecieron en la madrugada, y abrieron la carpa por el frente.
Uno estaba mas atrás con un arma larga, y ambos tenián armas en la cintura.
El único que habló pregunto quien era el que hacia la huelga de hambre, y me dijo que traía un mensaje de el Ministerio
de Seguridad, diciendomé que salga a lo que me negué.
El tipo se fué al vehiculo y volvió con un palo de hockey con el que decir nada, me aplicó un palazo en la cien derecha
abriendomé un tajo sangrante.
Salí por atrás e la carpa y noté que nos habían cortado la luz que nos pasaba un vecino.
El tipo descargó una lluvia de golpes, todos apuntados a la cabeza.
Los que llegaron, abrieron sucesivas heridas y los que pude parar, sucecivas fisuras en manos y brazos.
Se fueron después de masacrarme a palazos, aunque la intención era llevarme y no pudieron.
La contabilización posterior dió 42 puntos de sutura y 8 fisuras oseas.
Manaba sangre a chorros, y aunque pedí a vehiculos que me ayudaran, siguieron de largo.
Mis amigos buscaron un vehículo y trajeron hielo para tratar de parar la hemorragia.
Comencé a vomitar, cada diez minutos de manera incontenible.
Ibamos en el vehiculo, parabamos, vomitaba sangre y seguiamos.
Llegamos al hospital y ya no daba con mi alma.
El ayuno y la paliza me estaban desmoronando.
Los médicos se arremolinaron y empezaron a trabajar, mientras mi gente me preguntaba que hacer, y les dije que
hablaran con el Ministro del Interior sobre los hechos.
Yo me refería a Manzano, pero me malinterpretaron y se fueron como tromba a La Plata.
Me cosieron como un matambre y a esa altura tenía tres cabezas.
Tenía todo el rostro y la cabeza hinchados.
Terminé con mis huesos en una cama mas chica que me obligaba a doblar las piernas.
No se si me desmayé o dormi.
Lo cierto es que esa noche al despertarme, me di cuenta que solo veía una pequeña ranura por el ojo derecho.
Desde esa ventanita, recuerdo que observaba lejos en la sala un resplandor color oro que no podia identificar.Era el
reflejo de una luz en un mueble de acero inoxidable.Todo lo que podía ver.
Al día siguiente me trasladaron al Fiorito por una tomografía.El traslado fué un parto.
Al volver, un fotógrafo de Crónica me esperaba y al salir en la primera plana del diario, la cosa tomó vuelo mediático.
Apareció la policía, y entre otros vino un dibujante a hacer un dictado de rostro.
La verdad, el tipo un artista impresionante.Lo que hizo fué una foto, realmente.
Y tan así fué que cuando entró el dibujo a la comisaría, el cabo 1º Arimari, sin dudar, dijo….”yo conozco a ese tipo”….y lo
fueron a buscar.
Lo atraparon en un auto robado, y en el allanamiento de su casa, encontraron las armas que habían usado y hasta el palo
de hochkey con mi sangre, y muchos elementos comprometedores mas, como credenciales falsas, etc.
Solo que con un detalle: Las cosas estaban escondidas al pie del cerco perimetral de ligustrina de la casa de un barrio
FONAVI.Del otro lado del cerco estaba la casa del delincuente  Julio Cesar Pereyra, intendente de Florencio Varela.
Pero eso es otra historia.
¿Que hace un soldado herido e internado?
Acertaste!
Se escapa del hospital y vuelve a la lucha y se banca el arresto.
Al trabajo entonces.
Lo primero era recuperarme y hacer un poquito de inteligencia, observar y anotar en mente.
Desfilaban los periodistas y cámaras y hasta Carpinetti apareció.
Mis amigos me trajeron alimentos, que el enfermero objetó por el suero.
Me saqué el suero y saldamos el debate.
No podía comer, de aboyado que estaba, pero con paciencia ingerí algo.
Después convencí al médico para bañarme.
Era un desastre de sangre seca y quería bañarme y probarme.
Con prudencia me duché y noté que estaba recuperando el equilibrio.
Conseguí que me traigan pijama y pantuflas y la cosa ya estaba madura.
Esperé el cambio de turno y agarré para la puerta sin mas trámite.
El único que trato de interceptarme fué el de seguridad y lo revoleé arriba de un escitorio, y casi me caigo por el
esfuerzo, pero no estaba de humor.
Gané la calle, y como no podía ser de otra manera…llovía.
Andaba en pijama por el centro de Varela, y como el caso era público en los medios la gente me señalaba y me gritaban
dándome ánimo.
Llegué a la parada de taxis y el tipo se rió todo el viaje mientras escuchabamos en las radios locales el escándalo por la
fuga.
Me fuí otra vez al lugar del reclamo, a seguir la lucha, aunque ya no había carpa.
Llovia, y me senté en medio del barro y me corria el agua que lavaba sangre y me bañaba.
Llegaron mis amigos con carpa y enseres, y en una hora estábamos otra vez en carrera, firmes.
Veíamos una seguidilla de patrulleros que rumbeaban para mi casa para custodiarme, porque en el hospital no me
encontraron.
Eran los mismos que me habían amenazado, procesado ilegítimamente y liberado la zona.
Ellos también cambiaron la táctica.
Ahora eran emisarios de buena voluntad del poder.
Aparecieron con una notificación sobre la construcción del puente.
Mi respuesta  fue….”Hasta el último tornillo sigo con el reclamo”…”Cuando coloquen el último tornillo me voy”….Y les
aclaré que no habría inauguración oficial.Ningún funcionario cortaría ninguna cinta.
Y así se hizo.
Y así se cumplió.
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Pasó el tiempo, y un camión se llevó por delante el puente cuyas patas apoyaron sobre las manchas de mi sangre.
El puente fué destruido.
Hoy no hay puente.
Tengo por costumbre caminar por la Avenida, seis Km de ida y seis de vuelta.
En el camino hay muchas estrellas amarillas.
Los que pusieron esas estrellas, ¿Donde estaban, cuando el palo de hockey se estrelló contra mi cabeza?
Y vos, ¿Donde estabas?
¿Donde estuviste siempre?
¿Estabas?
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¿Sabés?
Con el Tata, construimos un bosque en mi casa.
Tiene una cuadra por una cuadra, y El me ayudó con abundancia.
Hay diferentes especies.
Amo a los árboles.
Me encanta caminar entre ellos y a mis perros, mis gatos, y las legiones de pájaros que anidan en mi casa les gusta.
Cuando llego, disfruto de sentarme bajo los árboles a leer o solo mirar.
Estamos en Noviembre.
Llovió y hay viento.
Como en aquel Noviembre en que mandaron a matarme en 1991.
Cae una lluvia de moras que las torcazas aprecian.
Hace un rato hablé con mi hijo que me contó la interna de la facu, y mi hija me comentó alternativas de la suya.
Los perros corren y hacen lío.
Un chico sube una escalera en Avellaneda agitadísimo y le cuenta a su madre que vió una película en el colegio, y que
quiere ser militar.
Yo apoyo mi talón derecho en la punta del pié izquierdo y juego con el equilibrio.
En ese mismo lugar un día me alegre de la mala puntería de mis enemigos, y de la decisión de no disparar aquella tarde
en mi casa.Vi a mis hijos y me di cuenta de que los hubiese matado a ellos.
¿Que loco no?
Vos te matás, y no sabés a quien matás.
No se porque pasó lo que paso.
Lo que puedo decir es que trate de pasarlo con dignidad.
Traté de vivir y no de durar.
Y en ese camino, cuando por dignidad fuí a pagar mi deuda 26 años después ante la Santísima, recibí lo que no fuí a
buscar, y que alguien sabiamente describió como…Gracia.
Confieso que he matado.
Confieso que he lastimado.
Confieso que he destruido.
Y todo eso lo hice, mientras daba vida, curaba y construía.
Sea entonces!
En aquel día final,
solo le pido a Dios poder decirle de rodillas….
He peleado hasta el fin el buen combate,
concluí mi carrera,
conservé la fe”
2 Timoteo 4:7.

Y como la memoria actúa en presente, mis fantasmas y yo nos retiramos.
No escribo mas.

A María Magdalena.

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