Los expertos consultados mostraron cautela respecto a la efectividad de este mecanismo e incluso advirtieron los riesgos que acarrea su utilización, para encargados de edificio que no tienen conocimientos necesarios para hacer frente a una contingencia.
Primero fueron los municipios, que comenzaron a instalar los botones antipánico en distintos barrios y plazas como medida de prevención para la inseguridad, publicó este domingo el Diario Popular.
Luego, ante una fuerte ola de inseguridad en las calles y en edificios públicos, los gobiernos provinciales los colocaron para dotar de mayor seguridad a hospitales y para proteger a mujeres víctimas de la violencia de género.
Con el tiempo se sumaron los particulares al boom por estos pulsadores inalámbricos y especialistas advierten que este año la venta de equipos aumentó un 30 por ciento respecto al 2012 por parte de empresas de monitoreo, que cobran hasta 500 pesos la instalación.
En los últimos años la instalación de botoneras antipánico registró un notable crecimiento en Capital Federal, Gran Buenos Aires y en ciudades del interior como Córdoba, Santa Fe y Mendoza y Corrientes.
Meses atrás, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, encabezó la entrega de estos dispositivos y pidió la colaboración ciudadana y sobre todo de los encargados de edificios para poder terminar con las “entraderas”, es decir, los robos a personas cuando ingresan o egresan del hogar, con o sin vehículo.
En ese sentido, el funcionario explicó que el Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (SUTERH) realiza “una prueba piloto con 2.000 encargados”, a los cuales se les entregó un teléfono celular con “botón antipánico que está conectado a la comisaría”.
En municipios bonaerenses como Tigre e Ituzaingó, ante una situación de riesgo los vecinos pueden apretar una tecla que activa una alarma en la Central de Emergencias comunal desde donde dan aviso a los patrulleros que están en la zona.
A este fenómeno se acoplaron ciudadanos que no cuentan en sus barrios con este dispositivo de seguridad y decidieron contratar los servicios de empresas de monitoreo.
Por ejemplo la firma ADT vendió tres mil botoneras en el país en los últimos meses.
El producto es una especie de control remoto, con servicio de monitoreo permanente, que permite accionar el botón hasta a 40 metros del hogar.
El licenciado de Seguridad Pública, Luis Vicat, admitió que la venta de equipos “creció este año entre un 20 y un 30 por ciento respecto al año pasado.
Al igual que lo que ocurre con otros elementos de autoprotección, como alarmas, van acompañando el crecimiento del delito.
Se contrata para evitar las denominadas entraderas e incluso la irrupción de ladrones por los fondos de las casas.
La gente vive en un estado de cuasipánico porque el estado no brinda la seguridad adecuada”.
Por otro lado, Vicat alertó sobre los usos de este dispositivo y dijo: “Ha tenido algún éxito puntual en la detención de delincuentes o para proteger a mujeres golpeadas”.
“Pero en Capital se le ha dado a los encargados de edificios sin tener en cuenta que no tienen funciones de vigilador ni tampoco deberían asumirlas. En caso de un mal uso, pueden llegar a tener (que hacer frente a) alguna responsabilidad penal”, indicó.
A su turno, el abogado Javier Miglino, titular de la asociación Defendamos Buenos Aires, también señaló que “el botón no es un juguete: da aviso a la Policía o a la agencia de seguridad contratada, por eso hay que tener en cuidado en que situación se usa sino un vecino, sin saberlo, puede terminar involucrado en una causa penal”.
Para Miglino el boom del uso de los botones antipánico “surge por la necesidad de la gente de adoptar una medida de prevención para hacer frente a la inseguridad, como también las luces antipánico que se activan en las veredas y están conectadas a la red pública”.
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