La magistrada relató que tuvo que nadar para salvar su vida. “Fue supervivencia, no un acto de valentía”, manifestó. “Me dijeron se hunde el barco, tírense al agua… y yo me tiré”, sostuvo.
En un principio, la jueza no había notado la gravedad de los hechos. Detalló que la tripulación le había comunicado que “solo había un problema eléctrico”, hasta que escuchó una alarma y el anuncio de que todos los pasajeros debían dirigirse a los botes salvavidas.
Pero el caos se apoderó del barco y la jueza de 72 años quedó a la deriva, sin nadie que la asistiera, sin más opción que arrojarse al mar y nadar para sobrevivir.
Ávalos agregó que se arrojó a las aguas con los zapatos puestos porque temía que cuando llegara a la costa escarpada se destrozara los pies. También llevaba puesto su tapado y un chaleco salvavidas.
“Me tiré de pie. El agua estaba a buena temperatura. Se veía poco. Me puse a nadar, pero cada 15 metros paraba y miraba para atrás. Sentía los crujidos del barco y tenía miedo que me cayera encima si naufragaba completamente. Nadé unos pocos minutos y llegué a la isla”, dijo la jueza.
La mujer viajaba con sus hijas, María Silvina de 41 años y María Valeria de 36, quienes habían subido a un bote salvavidas y estaban sanas y salvas en la costa, pero con la desesperación se no saber qué había pasado con su madre, a quien habían perdido en el caos del barco.
Finalmente, las mujeres se encontraron en la costa y ya regresaron al país. Ávalos es titular del Primer Juzgado Penal de Menores de la provincia de Mendoza.

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