Allí, Bergoglio aseguró que intercedió dos veces para que liberaran a dos sacerdotes de la orden de los Jesuitas, Orlando Yorio y Franz Jalics, secuestrado por los genocidas de la dictadura.
“Me reuní dos veces con el comandante de la Marina en ese momento, con Massera”, dijo el Papa, quien el expresó al militar: “Mire, Massera, yo quiero que aparezcan”.
Durante el mismo juicio, la testigo María Elena Funes, que realizaba tareas de alfabetización y evangelización en el mismo barrio que ellos, relató que Yorio, fallecido en el año 2000, le contó que el “jefe de la orden” les había quitado el permiso para ejercer en ese sitio “por razones ideológicas”.
Bergoglio negó que ello fuera cierto y señaló que tampoco notó “nada especial que los acentuara respecto a los otros sacerdotes”.
Jalics, que vive en Alemania desde 1978, aseguró que “está en paz” con el Papa.
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