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domingo, 1 de mayo de 2016

El helicóptero desaparecido.

Buscaban el Robinson 44 pero nunca dijeron que era de ellos

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Cuando el 3 de enero de 2011 el piloto y ex comisario de la policía bonaerense Alejandro Ferzola desapareció en la ruta entre Brandsen y Santa Teresita, un día sin siquiera una nube hasta el horizonte se generó otro caso huérfano de respuesta hasta el día de hoy. El helicóptero, un Robinson 44, pintado en naranja, color de la Administración Nacional de Vialidad (ANV), se esfumó con las mismas características de silencio que si fuese una carabela de madera. En ningún momento Ferzola activó alguno de los mecanismos de emergencia de la aeronave y el propio traspondedor había sido desactivado. No existía ninguna posibilidad que un satélite pudiese recibir señal de radar de los motores del helicóptero, ya que el sistema Local Exchange Trading Systems (Lets) no funcionaba por causa de pagos atrasados. Además, Ferzola era conocido por volar a baja altitud, lo cual de todos modos con ese tipo de mecánica lo mantenía al amparo de cualquier trazabilidad electrónica.
Por ese entones el protagonismo mediático no fue copado por el súper ministro plenipotenciario de todo lo que atañe a la seguridad en Argentina, Sergio Berni, sino por el entonces ministro del Interior, Florencio Randazzo, flanqueado por el director de Operaciones Aéreas del Ministerio de Seguridad provincial, el licenciado Leopoldo Sebastián Ornass. Un hombre de confianza de Randazzo. Un “protegido de Randazzo”, corrigen fuentes de esa fuerza. Otra de las personalidades que acompañó al ministro en sus varias declaraciones a la prensa, fue el comisario inspector Néstor Martin, nombrado por el ministro de Seguridad provincial, Ricardo Casal, a la función de director de Coordinación de Delegaciones Administrativas con remuneración de comisario mayor. Todos esos personajes tenían un vínculo societario de inmediato a indirecto con la aeronave y su piloto.
Florencio Randazzo, Néstor Martin y Ricardo Casal hicieron varias declaraciones ante los medios. A decir verdad, era poco lo que podían decir. Se intentó instalar la idea que había habido un temporal, pero con la meteorología es difícil elaborar versiones disidentes. Ricardo Casal impulsó la teoría de la caída en la Bahía de Samborombón. Se mencionaron esteros, pantanos, cangrejales donde el helicóptero podría haber sido tragado de la superficie de la tierra. Pero si es cierto que en el siglo XIX podía un buque encallar en esa zona de poco fondo marítimo, no podría ser el caso de un helicóptero naranja en el siglo XXI, sin que reflotara una pieza en dos años.
el helicóptero de Néstor Martin había tenido un accidente. Cuando Alejandro Ferzola lo llevo a reparación, alegó que se le había metido un pájaro en las palas. Pero los mecánicos no le creyeron porque lo que encontraron en las palas fue vegetación. Un dato sintomático de los helicópteros y avionetas utilizados por el crimen organizado, cuando tienen que operar aterrizajes en descampados o pistas clandestinas.
Algo nunca se dijo. Una realidad, no obstante difícil de soslayar, es que el helicóptero desaparecido era propiedad por mitad del comisario inspector Néstor Martin. Sin embargo en ningún momento mencionó que la aeronave era suya. En cuanto al gerente, el que comercializaba el helicóptero era el director de Operaciones Aéreas de la provincia, el mismo Ornass. Empero, mientras contestaba a las preguntas de los periodistas, Leopoldo Ornass aparecía como ajeno tanto del piloto como del Robinson. Para quien quisiere buscar, en el anuario de las empresas de charters privados del aeropuerto de San Fernando, Ornass no se esconde. Es el contacto comercial de Skydec: leornass@gmail.com
De la misma manera que nadie se interesó por saber quién era el propietario del helicóptero, tampoco nadie se interesó por el historial mecánico. Tener cabida de posibles averías anteriores, parecía un paso obligatorio. Guillermo Tufro, mejor conocido como Willie, el director de “Hangar Uno” en San Fernando y, representante de Robinson en Argentina, confirma que nadie le preguntó nada al respecto. De haberse hecho, se sabría que el 31 de setiembre de 2009, el helicóptero de Néstor Martin había tenido un accidente. Cuando Alejandro Ferzola lo llevo a reparación, alegó que se le había metido un pájaro en las palas. Pero los mecánicos no le creyeron porque lo que encontraron en las palas fue vegetación. Un dato sintomático de los helicópteros y avionetas utilizados por el crimen organizado, cuando tienen que operar aterrizajes en descampados o pistas clandestinas. El helicóptero estuvo entonces inmovilizado el tiempo en que llegaron dos palas de reemplazo. La reparación fue abonada por la aseguradora Ruggero, de Provincias Seguro. Según una fuente que conoció al piloto, es muy probable que el helicóptero, en esa ruta que va de Brandsen a Santa Teresita, recogiera un paquete con el propósito de depositarlo en un barco. Algo que sería típico en esa ruta donde precisamente las aeronaves apagan traspondedores y vuelan bajo para escapar a los radares. Lo que esa persona no entiende es el porqué de la desaparición del piloto.
Los mismos de siempre
Cuando se disca el teléfono donde aparece el contacto de Leonardo Ornass, el contestador reenvía a la empresa Holtec. La cual esta domiciliada en el mismo lugar que la sociedad Skydec, al 5936 de la Avenida Libertador. Evidentemente no hay casualidades. Según Tufro, el helicóptero matriculado LV ZYO fue vendido en 2008 a Néstor Martin por la sociedad Skydec, perteneciente al clan Clebañer. Con Juan Carlos Relats, Raúl Clebañer, compuso un tándem de negocios muy cercano a Néstor Kirchner. Su huella está en todas las megas causas de corrupción de la era Néstor. En febrero de 2011, un mes después de la desaparición del piloto Ferzola, Raúl Clebañer se suicida sin dejar un billete de despedida, tirándose con cierto apuro por la ventana del decimó piso de su departamento de la capital Correntina, a poco de cruzar el umbral del hogar. Un suicidio que en su momento abrió una serie de conjeturas. Desde entonces la empresa Skydec es dirigida por José Darío Clebañer, su hermano, y Fabio Clebañer, el hijo, es el vicepresidente del grupo.
Según Tufro, Néstor Martin jamás podría haber adquirido con fondos propios ese helicóptero. El verdadero propietario sería otro. En cuanto a Ferzola, el otro socio, se dedicaba a la parte operacional, que es pilotear la aeronave. El contrato con la ANV era parte de las múltiples misiones a la cual se veía afectada la aeronave privada, pero ésa constituía una parte marginal de su actividad.
Todo el entorno societario y operativo del helicóptero estaba en manos de policías bonaerenses. Algunos con la mochila bastante llena. Ferzola no parece haber estado en persona implicado en ninguna de las masacres, actos de barbarie o delincuencia de alto voltaje de la llamada “maldita policía”. No obstante, fue el hombre de confianza de Héctor Bassino, cuando trabajaba en la división Aérea de la Fuerza, y de Pedro Anastasio Klodczyk, jefe de la policía bonaerense en los años 90, mejor conocido como el “Polaco”. Bassino fue ejecutado en Bernal por desconocidos, el 17 de abril de 1997. En ese mismo entorno era frecuente ver al inefable, inenarrable, Mario “chorizo” Rodríguez, cuya reputación es legendaria.
El juez Juan Cruz Condoni Arias, de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 5 de la Plata, archivó la causa de la desaparición del Robinson a fines de 2012. En cuanto al fiscal, no fue otro que Cristian Centurión. El expediente que dejo fue de magro resultado. Aseguró que tres obreros habían visto un domingo un helicóptero volar a baja altura y con el motor fallando. Pero el resultado de semejante tarea de investigación fue hecho añicos cuando ese mismo fiscal tuvo que huir por una causa de narcotráfico de la ciudad de Dolores.
El Robinson es el helicóptero que más se vende en Argentina muy por delante de la gama de los Bell, luego Eurocopter y por fin Agusta. Y también es el que proporcionalmente, y en valor absoluto, menos accidentes tiene. La desaparición misteriosa del LV ZYO marcaría los espíritus. Pronto se produciría otro accidente. Éste no rozaría el entorno de Randazzo, sino de la propia presidente Cristina Fernández de Kirchner.
El 15 diciembre 2014 ocurrió un accidente fatal con otro Robinson 44, matriculado LV-ZHW, a 450 kilómetros al noroeste de Río Gallegos en un valle de la zona cordillerana. Muere el piloto Pablo Argiz, amigo de Ricardo Barreiro, ex jardinero de CFK, hoy empresario millonario. El helicóptero fue registrado por la empresa “Cielo Patagónico Sur SRL”, el 19 de enero de 2012. Trece meses después de la desaparición del LV ZYO de Néstor Martin. Argiz trabajaba como funcionario de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y era socio de Barreiro en Cielo Patagónico SUR SRL, aunque él no había puesto dinero. Conducía el helicóptero. En su Facebook, que sigue abierto, se puede ver una foto del helipuerto de la Casa de Gobierno tomada de dentro de la cabina de su helicóptero.
No sería el primero piloto del entorno presidencial involucrado en negocios “raros”. En abril 2014, el diario Clarín nombro a Sergio “El Potro” Velázquez, dentro de una lista de veinte personas y empresas de la Security Exchange Comission (SEC), como uno de los beneficiados por las coimas de la renovación de concesión del Yacimiento Cerro Dragón a los hermanos Carlos y Alejandro Bulgheroni, socios (la insoslayable pata política local) de la empresa Panamerican Energy. Lo que es seguro es que en Argentina, todas las renovaciones de concesión, son obtenidas a través de coimas. El estándar con el presidente Carlos Saúl Menem era de 10% y compartía con sus ministros. La pareja Kirchner lo elevó a 18% y no comparte, por lo cual se agregan gastos para ministros e intermediarios. Pero eso es otro asunto.
La cuestión de los helicópteros y pequeñas aeronaves es un tema candente en Argentina debido a la cantidad de pistas clandestinas y el uso que se hace de ellos, y eso no es de ahora. En su deposición del 5 de diciembre de 1995, en el marco de la investigación por el atentado a la AMIA, el ex carapintada Jorge Pacífico revela que en esa época Juan Carlos Coppe, otro imputado en ese momento en la misma causa de terrorismo, le había pedido de proveerle de un helicóptero, a lo cual proponía un Bell Uh-1h (militar). El uso que se hacía entonces de los helicópteros robados o negociados dentro del mercado negro no distaba de ser el mismo de hoy.

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